Altea: luz del Mediterraneo

Haciendo uso de las dos noches de hotel que nos debía la agencia de viajes, decidimos ir a algún sitio tranquilo y cercano que nos diera la oportunidad de cuidar el cuerpo y el espíritu (cosa que arregla una buena cama y un buen restaurante). Decidimos pasar el fin de semana en Altea, en la provincia de Alicante.










La parte antigua es muy bonita, las calles encaladas en blanco resaltan el color de puertas y ventanas y el empedrado en el suelo le da ese aire de pueblo mediterráneo tan fotogénico.
Hay mucha oferta hostelera y alguna tienda de artesanía. Si tuviera que recomendar un sitio para cenar me decantaría por el Oustau de Altea, trato exquisito y muy buena calidad. Está en la calle Mayor subiendo hacia la iglesia.











En la parte más alta se encuentra la Iglesia parroquial de Nª Sra. Del Consuelo, emblema de Altea gracias a la belleza de sus dos cúpulas.















En la parte baja del pueblo, junto al mar, está el paseo marítimo, donde también hay mucho donde elegir si se quiere refrescar la garganta con una cervecita.
















En Altea vive mucho extranjero, sobre todo alemanes e ingleses, pero la “marcha” que tiene no es estresante ya que Benidorm está a un paso.Aún así, supongo que en verano no será tan tranquila como el resto del año.















Junto a a la iglesia hay un mirador desde donde puede verse toda la costa comprendida entre la Punta de Albir y el Morro del Toix, bahía que adquiere un color especial al anochecer, cuando se encienden las luces del puerto.