Bienvenidos a esta ventana al mundo.No pretendo hacer una guía detallada de cada viaje puesto que en internet hay mucha más información que la que yo os puedo dar, lo que pretende este blog es fundir dos de mis grandes pasiones: viajar y la fotografia y enseñar así las vivencias personales, las curiosidades y la manera de disfrutar un viaje de una manera muy particular: la mía.
Trataré de dar información útil, tanto en mis textos como con enlaces a distintas webs. Los artículos variarán en su composición dependiendo del tipo de viaje, pudiendo tener más contenido en texto o casi exclusivamente fotografias.
Por si interesa a alguien, el equipo fotográfico que uso consta de una compacta Canon PowerShot S50, una Canon EOS 400D y una EOS 7D con distintos objetivos: 18-50 de Canon, un 18-200 de Sigma y un macro de focal 50mm también Canon. También un flash speedlite 480 EXII y diversos cachivaches más que cada vez hacen más difícil cuadrar el peso de la maleta en los aeropuertos...

Como vereis, este espacio web no tiene publicidad, así que los comentarios son bienvenidos y siempre se agradecen.
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Espero que lo disfrutéis.

jueves, 22 de julio de 2010

7 de julio de 2010: MADRID - USA

Normalmente en otras entradas del blog paso muy por encima el tema de los aeropuertos, pero en este me apetece contarlo. Bien por lo ridículo de algunas situaciones o bien porque, como muchas personas, yo era muy reacio a viajar a EE.UU. por el tema de las aduanas.
Aunque es pesado, no es un trámite ni tan imposible ni tan traumático. Por supuesto no hay ni una sola fotografía del proceso, si te ven con una cámara lo más fácil es que no entres o que tengas muchísimos problemas para hacerlo. Así que si crees que esta entrada puede aburrirte, te sabes el funcionamiento o simplemente te importa un carajo lo que voy a contar, no sigas leyendo.

8:00 AM. Barajas. Localizado el mostrador de facturación de la compañía Delta Airlines, empiezan las primeras señales de que no vuelas a un país normal.
Un señor muy educado (aquí aún lo son) se identifica como seguridad, es un oficial de fronteras norteamericano y es el encargado de hacernos el primer control de pasaporte y las primeras preguntas del tipo: ¿son suyas las maletas? No, ¿llevan algo extraño en ellas? Explosivos...
(Al llegar a casa busqué información puesto que me extrañó encontrar oficiales norteamericanos en un aeropuerto español con la consiguiente perdida de soberanía. Es un acuerdo firmado el 9 de julio del 2009.)
Tras la entrevista (en realidad bastante breve) y la comprobación de los datos en el ordenador, nos pone unas pegatinas en el pasaporte y en las maletas con las siglas ICTS y nos pasa al mostrador de facturación. Buscando después encontré "International consultants on targeted security" que viene a ser algo así como "Consultores internacionales en materia de seguridad específica".



Tengo que decir aquí, para el que no lo sepa, que ahora, todo aquel ciudadano español (y creo que de la Unión Europea) que quiera viajar EE.UU. tiene que sacarse el pasaporte electrónico (el viejo no vale) y rellenar con antelación un cuestionario en la web del ESTA que es gratuito por ahora (de todas maneras hay que asegurarse de que es la Web oficial, porque otras lo gestionan previo pago).
Si tras rellenar el cuestionario no se te concede la entrada, entonces tendrás que dirigirte a la embajada para pedir un Visado.
Por supuesto, en el mostrador de facturación volvieron a pedirnos el pasaporte.
Para acceder a la zona internacional volvimos a enseñarlo y acto seguido pasamos al control de seguridad. Ya había cogido bastante práctica en eso de los controles pero después de las 5 veces que me ha tocado en este viaje me he hecho todo un experto.
En el arco de seguridad, una policía nacional nos dice que hay que descalzarse. Solo había tenido que hacerlo anteriormente en el aeropuerto de San José, en Costa Rica y ya me pareció absurdo. Aquella vez llevaba botas de montaña pero ahora no. Iba con unas deportivas normales, pero el colmo fue que mi mujer (sí, esa de la que no he hablado nunca en el blog) también tuvo que quitarse las chanclas que le dejaban los dedos al aire... El comentario con cara de resignación de la oficial fue: "es el protocolo".
Tras el control de seguridad volvimos a enseñar el pasaporte en una garita y de ahí pasamos a la terminal donde se encuentran las puertas de embarque.
Para acceder a ese pasillo vuelves a pasar otro control también de oficiales de fronteras americanos, a tan solo unos 30 metros del anterior, donde nos volvieron a pedir el pasaporte y donde, si creen conveniente, vuelven a mirarte el pasaje de mano.
No sé si has contado las veces que nos comprobaron los papeles, han sido cinco. Y esto solo era el principio. Aún faltaba soportar más tonterías y con peor educación en Estados Unidos.
Puedo entender (que no compartir) toda la paranoia que tienen con la seguridad en USA, y asumir que si viajo allí, ellos ponen las normas. Pero lo que no comprendo ni comprenderé es, como en España y en el resto de Europa, les seguimos el juego.
He podido comprobar en mis últimos viajes como la seguridad en los aeropuertos se ha exagerado des-me-su-ra-da-men-te y de forma gradual en los últimos años.
Personalmente creo que no es ya un problema de miedo a cualquier tipo de ataque, si no más bien un atropello a nuestras libertades. Algo así como un tipo de experimento para ver hasta donde somos capaces de aguantar.
Pueden pedir seguridad, pero eso no está reñido con la mala educación, la prepotencia y el abuso de poder, ya que el trato es cada vez peor. Y ojo que hablo de aeropuertos como el de Paris, Londres o Ámsterdam, que son países supuestamente civilizados.
Cuando entras en un aeropuerto, el mal rollo flota en el ambiente y todo alrededor son malas caras: en el mostrador de facturación , en los de información y en los de las compañías aéreas, las caras de los que plastifican las maletas y la de los camareros en los bares y restaurantes... Hasta las azafatas son cada vez más bordes y por que no decirlo, más feas.
Estas últimas deberían tener una entrada del blog solo para ellas, pero como eso no creo que ocurra ya que no merecen tanta perdida de tiempo, me conformaré con decir que no se cuál es el motivo de tanta tontería y altanería, ya que no dejan de ser camareras sirviendo a diez mil metros de altitud.
Por supuesto esto es como todo lo que se generaliza, hay personal muy competente y afable, con lo que las anteriores líneas van dedicadas al resto.
Últimamente, cada vez que piso un aeropuerto, experimento una extraña sensación de culpabilidad debido al trato que recibo: culpable de llevar drogas o armas ya que me registran aún habiendo pasado el arco sin pitar. Culpable de esconder algún tipo de agente químico letal, ya que tengo que sacar los líquidos de las maletas (eso sí, del negocio que hacen vendiendo el agua a precio de oro dentro de los aeropuertos nadie dice nada). Culpable al sacar el portátil de la bolsa, al quitarme los zapatos y cuando me ven como mi madre me trajo al mundo al pasarme por uno de los nuevos escáneres corporales (imagínate si llevas un piercing en tus zonas más íntimas). Culpable por llevar polvos de talco (juas, menuda montaste con los dichosos polvitos, Luis), por olvidarme de quitarme el cinturón antes de pasar el detector de metales o por dejarme una moneda en el bolsillo...
Lo que está claro es que si te gusta viajar, tienes que pasar por eso.
Escritas mis opiniones, sigo con el viaje.
Una vez pasados los controles en España y tras tomar un café menos que aceptable (curiosidades de la vida, durante el resto del viaje llegaría a echar mucho de menos un café como ese), embarcamos para volar durante unas ocho horas con rumbo a Atlanta.
Vuelo tranquilo, con pantallitas individuales en cada respaldo donde se podía elegir entre juegos y varias películas, eso sí, el doblaje en un nefasto "español latino".
Llegados a Atlanta, cola de una hora para el PRIMER control de seguridad en Estados Unidos.
Hay varias garitas, todas ellas con negros muy grandes y con cara de muy mala leche, tal y como sale en las pelis (seguramente verás que uso esta expresión a lo largo de toda la entrada del blog).
No quiero que este comentario pueda parecer racista, pero realmente creo que poner gente de color con esas características es totalmente premeditado, ya que si todos los agentes de seguridad, sea cual sea el color de su piel, están muy metidos en sus papeles y son todos muy prepotentes (por eso escogen a los "perros de presa" más grandes), de todos ellos, y aunque parezca increíble, los negros son los más intransigentes y déspotas de todos.
Cuando por fin accedes a uno de estos "simpáticos" señores, te piden el pasaporte, te hacen una foto y te toman las diez huellas dactilares con una máquina "biometrica" (estos datos permanecerán archivados durante varios años). Luego te hacen una serie de preguntas donde te juegas el pasar sin problemas o el que te retengan el tiempo que quieran en un cuarto, pudiendo perder el siguiente vuelo.
Las preguntas son del tipo: ¿destino?¿por qué?¿luego donde?¿por que?¿cuanto tiempo?¿cuanto dinero en efectivo?¿por qué esa cantidad?¿no tiene tarjeta de crédito?¿De qué tamaño tiene el pene?...
Mi inglés no es muy bueno y con un poco de esfuerzo por mi parte y muy poca ayuda por la suya, pude entenderle. Si no se sabe nada de ingles, no hay problema, disponen de interpretes, aunque la cosa se demorará un poco más.
Te preguntan si llevas alimentos y no conviene mentir. A toda la gente que estábamos haciendo cola nos pasaron un perro.
En principio no debería de haber problemas, siempre que lo que se lleve no sea ni contenga ningún producto cárnico (así que deja la fabada Litoral en casa), aunque como estas a su disposición, si les da la gana pueden tirarte toda la comida a la basura.

Una vez pasado este control y con el cuño en el pasaporte (también tiene narices que con el espacio que tiene en cada hoja, pusiera el cuño entre las dos en los dos pasaportes, no puede ser casualidad...), hay que pasar a recoger el equipaje para llevarlo a otra cinta.



Normalmente, en vuelos con escalas, facturas en origen y recoges en destino (siempre que no te las pierdan por el camino, claro). A la entrada de los EE.UU. no es así. No se fían de los controles de seguridad europeos y vuelven a "husmear" tu equipaje y a pasarte por detectores.
Para salir del país no es necesario hacer todo esto, la compañía hace el cambio de maletas.
Tras cambiar la maleta de cinta, otra cola para volver a pasar arcos y control de equipaje de mano. Es poco comprensible ya que en todo el recorrido no tienes contacto con el exterior y es imposible haber encontrado los materiales para fabricar un arma de destrucción masiva e introducirlos en el siguiente avión, pero así son los yanquis.
En la cola del control de seguridad alguien gritó: ¡¡GOL DE PUJOL!! y mis esperanzas de ver parte del España - Alemania en el aeropuerto se habían frustrado ya y empezaba a inquietarme la idea de perder el siguiente vuelo.
Tras volver a vaciarme los bolsillos, quitarme el reloj, el cinturón y los zapatos y sacar el portátil de la bolsa, me pasaron por un maldito escáner corporal y sin ningún problema seguimos camino.
Creo que Atlanta es el aeropuerto con más tráfico aéreo de EE.UU. y es bastante grande, pero no es complicado moverse (visto un aeropuerto, vistos todos).
Se coge un tren que te lleva a tu terminal y puerta de embarque.
Hay dos cosas que recuerdo claramente de la terminal de Atlanta: una, el fuerte olor dulzón que recorría cada esquina y que provenía de las tiendas de bollos y cafeterías y la otra, la repetición en un bar del golazo de Pujol llegando desde atrás en el saque de un córner (ABAJO EL IMPERIO BÁVARO).
Desde Atlanta cogimos el vuelo a Lexington sin ningún problema. Las maletas llegaron intactas y tocaba atrasar el reloj seis horas.
Aunque habíamos salido de Barajas casi cinco horas después que Luis y Silvia, un cambio de avión en Chicago de varias horas los hacía llegar cuatro horas más tarde, así que el plan era que nada más llegar llamara a Rafa, un amigo suyo, para que pasara a recogernos.
No me aclaré con la cabina, así que usé el móvil para comprobar que estaba a punto de llegar.
Quiero dar las gracias desde aquí a Rafa y a su mujer Alma, por como se han portado con nosotros, los favores que nos han hecho llevándonos y trayéndonos a los aeropuertos y sobre todo por la comida tan agradable que compartimos el día de la final España - Holanda. Abrazos desde España

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