Todo el centro de Praga ha sido declarado Patrimonio Cultural y Natural Mundial por la UNESCO. Es la parte más animada y turística de toda la ciudad. Tanto a plena luz del día como por la noche, nos veremos rodeados de edificios que se prestan gustosos al objetivo de nuestra cámara, ya que es una ciudad muy fotogénica.
A lo largo de sus calles podremos encontrarnos puestos de comida ambulante. Una salchicha (de tamaño gigante) nos quitará el hambre a la hora de cenar y en Navidad se puede acompañar de un vaso de vino caliente, costumbre muy extendida en toda centroeuropa.
Para situarnos en la Ciudad Vieja tendremos que ir a la plaza del ayuntamiento (llamada Plaza de la Ciudad Vieja) y desde allí podremos pasear por todos sus rincones.
En esta plaza se ubican el Ayuntamiento con su famoso Reloj Astronómico, La casa del Minuto, la Iglesia de Nuestra Señora de Týn, la casa de la Campana de Piedra y la Casa Storch entre otros.
Si queremos acercarnos a la Ciudad Vieja por lo que fue su principal puerta de acceso llegaremos a la Torre de la Pólvora, la única que ha sobrevivido de las 13 que constituían la muralla que protegía la ciudad.
Junto a la Torre de la Pólvora podemos ver La Casa Municipal, hoy sede de la Orquesta Sinfónica de Praga con su bonito mosaico en la fachada.
Es famoso el cristal de Bohemia y no se puede hablar de él sin mencionar la casa Moser, la más famosa en la elaboración de este cristal, donde las familias reales europeas compran sus cristalerías.
Las Matrioskas, los huevos y las marionetas tallados a mano son parte de la artesanía local, sin duda, herencia de la cultura rusa.
Se verán muchas tiendas por el centro y por unas pocas coronas puedes llevarte el típico souvenir, aunque si de verdad se busca algo mas profesional y mejor hecho habrá que rascarse el bolsillo, porque en cuestión de precios, están muy desligados ya de su época comunista y tienen los ojos puestos en los Euros del turismo.
Esta marioneta de un dragón con tres cabezas de madera hecha a mano podía ser tuya por 150 €
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