El camino desde Akureyri a Grundafiördur transcurre entre montañas, ríos, praderas y fiordos y dan ganas de para constantemente.
Una de estas paradas obligatorias es Godafoss. No contábamos con esta catarata. No es ni la más alta ni caudalosa ni la más nada, pero quizá, por no esperarme encontrarla o porque ya empezaba a entrarme pena por estar al final del viaje, sumado a la belleza que tiene la caída del agua para mí es la más bonita y espectacular que he visto.
La traducción de Godafoss es “catarata de los dioses” debido a que antiguamente la gente venía aquí a tirar ídolos de sus dioses para rendirles culto.
Cerca de nuestro destino, en cuestión de cinco minutos pasamos del sol a la lluvia, seguido de granizo, para pasar a nieve y nuevamente sol. Este día fue el que mejor se prestó para aplicar el dicho islandés “ ¿No te gusta el tiempo que hace? Pues espera cinco minutos”. En la siguiente foto se ve la cortina de agua recien salidos de la tormenta.
Me pareció muy curioso que los arco iris que vimos eran casi cerrados, aún no sé porqué, aunque pensé que sería cosa de la latitud a la que estábamos.
Dejamos las mochilas en el albergue y salimos a dar una vuelta por el pueblo y los alrededores.
Esa noche vimos una aurora boreal muy pequeña que desapareció pronto. Mucho teniendo en cuenta que no fuimos en la mejor época para ver estas “luces del norte” como las llaman ellos. La foto no es mía, es de Sertmann y está sacada de esta web. No pude fotografiarla debido a que no levaba un equipo adecuado y la intensidad de la aurora fue muy baja pero he creído oportuno colgar una de internet como recuerdo.
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