18 de julio de 2010: SAN FRANCISCO

Después del desayuno en el hotel salimos de San Francisco por el Golden Gate, al norte, y pagamos religiosamente los 6$ para dirigirnos a Sausalito, pueblo costero donde veranea la gente pija de S.F.


El pueblo es muy bonito, con casas muy cuidadas frente al mar y un paseo y una plazas ajardinadas que invitan a pasear. Era domingo pero las tiendas estaban abiertas y encontramos una cafetería con café expreso donde pudimos tomar un café como hacía días que no tomábamos.



Desde Sausalito fuimos a ver una antigua batería de la II Guerra Mundial que da a la bahía y al Golden Gate y decidimos que sería un buen sitio para ver anochecer. Así que volveríamos más tarde.



Habíamos decidido ir a ver un par de antiguas misiones españolas que hay por California, al sur de San Francisco y de paso cumplir la parte más friki de todo el viaje: un paseíto por Cupertino, Silicon Valley y por el campus de Google.
Comimos en Applebees, otra franquicia estilo Foster. Al final entre unas pocas manejan una porción muy grande del pastel de la restauración, ya que son las mismas empresas las que están en todo el país y son todas iguales.
Al final no paramos en Cupertino, el GPS no debía de tener bien metida la dirección, pero sí hicimos una parada rápida en Google.



El campus es enorme y aunque me hubiera gustado pasear por él más tiempo, como era domingo no había gente, así que era un poco absurdo, aunque conseguí la foto que tanto tiempo tenía ganas de taner (sí, muy friki, pero ya he dicho que lo sería ¿no?).





Dirección sur por la autovía no paras de pasar empresas y sedes tecnológicas: Microsoft, Intel, Adobe, HP... Parece que, informáticamente hablando, si no estás en Silicon Valley no existes. Y es que tienen hasta aeropuerto propio.
Cogimos salida hacia la carretera 82 o Camino Real, que es la que desde San Francisco lleva directa a las misiones y llegamos a Santa Clara.
Fue fundada en 1777 pero ha sido restaurada varias veces y es la sede de la Universidad de Santa Clara.



































Desde allí fuimos a visitar otra misión, la de La santa Cruz, en el pueblo de Santa Cruz, al norte de la bahía de Monterey.



Desde allí remontamos la mítica carretera 1 que serpentea por acantilados y playas con unas vistas preciosas de un Océano Pacífico bravo y potente, ideal para el windsurf y el kitesurf. Me hizo muchísima gracia que hasta los surferos de California son como en las películas, el mismo pelo, los mismos coches con las tablas encima, y hasta el mismo típico perro...

































Teníamos pendientes un anochecer desde el otro lado del Golden Gate, así que hacia allí pusimos rumbo, no sin antes hacer una parada en otro punto mítico: Lombard Street.







La antigua y destartalada batería de la II Guerra Mundial da unas vistas de la bahía y del puente de postal y de hecho, muchas de esas postales están sacadas desde aquí.



Tras el espectáculo nocturno y después de pasar un poco de frío, esa noche tocaba cenar en un Tailandés recomendado por la guía Zagat: Thep Phanom. Comimos muy bien.